La ciclista de las soluciones imaginarias by Edgar Borges

La ciclista de las soluciones imaginarias by Edgar Borges

autor:Edgar Borges [Borges, Edgar]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Carena
publicado: 2014-01-15T00:00:00+00:00


Capítulo 17

La realidad de Laura

Cuando abrí los ojos creí que era viernes. Sin embargo, mi esposa me despertó diciéndome algo que me introdujo en un callejón sin salida.

—Despierta, querido, son las siete, entras a las ocho, hoy es tu primer día de trabajo. No puedes llegar tarde al ayuntamiento.

¿Primer día de trabajo en el ayuntamiento?, medio dormido me pregunté. No podía levantarme de la cama; me dolía la cabeza. Sentí que el dolor de cabeza había nacido la noche anterior o quizá antes. Y mi esposa lo profundizaba con su insólito llamado.

—¿Qué día es hoy? –pregunté sin fuerzas para sentarme en la cama.

—Hoy es lunes 9 de junio de 2011, el primer día de tu regreso al trabajo.

Y me senté temiendo ser parte de una terrible burla.

—¿Qué locura dices mujer?

—Que tienes que darte prisa, hoy menos que nunca puedes llegar tarde.

Mi esposa estaba vestida, lista para irse al colegio. El baño, el espejo, la crema, el desayuno, los niños; ella todo lo había hecho seguramente mientras yo dormía. Pero era imposible que en pocas horas los acontecimientos hubiesen saltado del bar de Óscar a esto.

Señor Silva, ¿sabe usted que las ciencias exactas no permiten afirmaciones sin sentido?

Señor Silva, ¿alguien le ha dicho que el peligro de salirse de la realidad consiste en que todo lo que hay alrededor forma parte del espacio infinito de la locura?

Señor Silva, ¿desde cuándo usted no piensa en sus tres hijos?

Pero la voz de mi esposa se empeñaba en regresarme a un extraño presente:

—Querido, ¿qué te ocurre? ¿Acaso no era tu gran sueño volver a tu puesto de contable en el ayuntamiento?

Creo que nunca confié del todo en mi esposa, pero en el último año esa desconfianza fue en aumento. Era cierto que ayer, o el otro día, cuando volvimos a hacer el amor, algo de calma retornó a nuestra vida. Pero seguía haciendo peso su ir y venir entre gritos y sarcasmos. Quizá el sexo y el supuesto regreso al trabajo eran parte de un nuevo ciclo de zancadillas (la mediocre comedia).

—¿Qué fecha es hoy? –pregunté de nuevo.

Ella insistió con ese tono altivo que anunciaba lo poco que le faltaba para perder la paciencia:

—¡Basta de tonterías…! Se lo diré claro y firme por última vez: Hoy lunes 9 de junio del año 2011, usted, el señor Silva, después de un año desempleado, ¡por fin regresa a su puesto en la oficina de contabilidad del ayuntamiento!

Cada afirmación de mi esposa aumentaba mi angustia. Sentí que la habitación se hacía más pequeña; tuve deseos de salir corriendo a la calle y comprobar que ese día era viernes. Pero necesitaba tener una respuesta sensata de ella.

—Si hoy es lunes, ¿qué ocurrió con los días anteriores?

—¿Qué días anteriores? –preguntó tajante.

—¡El domingo, el sábado, el viernes…!

—El jueves Óscar te trajo muy tarde, ya casi era viernes. Delirabas, ardías en fiebre. Ócar estaba muy preocupado, y yo también. Óscar me contó lo de La Ciclista. Querido, ¿no me digas que apoyas a una enemiga de nuestro barrio?

En la pregunta de Laura había tristeza.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.